ANTE TODO, AGRADECEMOS SU INTERÉS POR ESTE CASO.
DATOS CONTRASTADOS EN REFERENCIA A LA DESAPARICIÓN DE DOÑA NEMESIA MORATÓ
Sabemos que el lunes 14 de febrero de 2004 abandona el hogar del jubilado con la intención, según ella (como comunicó a sus compañeros del ala de juegos de mesa del citado asilo) de reincorporarse como trabajadora voluntaria en la Hemeroteca Nacional en su sede de Barcelona.
Paseo de la Zona Franca s/n. esquina C/ Hornos del Berguedà.
Así mismo, tenemos constancia de que se muda de domicilio y pasa de residir en la calle Brunete 25 (en una casa con patio del barrio del Carmelo), a hacerlo en Hospitalet, en un bloque de protección oficial de la calle Celestino Huertas 24. Al parecer, se hace traslado de un escueto ajuar (ropas y muebles, sobre todo) y el resto de sus pertenencias son donadas, según consta en un albarán de Corredurías Olmo, a los Hogares de la tercera edad de S'Agaró. Como hemos comprobado, la mayoría de los objetos llevan más de dos años embalados en cajas de cartón en el salón principal del pequeño apartamento, a excepción de un bañador C&K y un vestido azul de noche que comparten percha en el mismo ropero. No se registra actividad ni en la cocina ni en el cuarto de aseo, a excepción de dos botes vacíos de CUCAL, uno en cada espacio. Nadie de la escalera de vecinos ha reconocido la presencia de la sra Nemesia en el inmueble, aunque en el padrón municipal consta como inquilina desde febrero de 1998.
De sus cuentas corrientes y libretas de ahorro son retirados periódicamente los abonos que realiza la Seguridad social en concepto de Pensión de jubilación y Pensión de viudedad desde diferentes capitales españolas. También son puestas al día otras cuentas donde revierten los réditos de algunas acciones. En una de estas cuentas, perteneciente a la Caja de Pensiones de Trujillo, consta el cobro de dos alquileres en Plasencia (Cáceres) y una anotación, también periódica y mensual, de novecientos euros, que se realiza aleatoriamente desde diferentes oficinas de Correos en la provincia de Valladolid por ingresos en efectivo. De estas últimas cuentas no es retirada cantidad alguna, aunque se ha comprobado que se efectúa control del saldo a diario, en alguna ocasión varias veces al día y desde lugares tan dispares como El Cairo, Nuanchot, Tolousse o Reus. Se puede facilitar estadillo completo de esas comprobaciones, algunas con fecha, e incluso hora local, desde enero de 2007 a quien pudiera necesitar tales referencias. No disponemos de mayor información relacionada, aún cuando hemos volcado en estas páginas algunas reseñas sobre su persona que amablemente han ido facilitándonos amigos y conocidos de Nemesia. En estos momentos estamos a la espera de más informaciones al respecto. Aceptamos cualquier anotación sobre el particular de aquel o aquellos que tengan a bien ofrecernos de su paradero, tal vez alguna pista fiable u otras referencias acerca de su vida. Quizás estas puedan conducirnos de alguna manera hasta ella. Agradeceremos se pongan en contacto con el gabinete de consultoría Rideel&CO o con su director Atahualpa Figo Moreno a través de este medio.
11.05.2013
... 2º día. Rideel encuentra esta nota en el bosillo interior de su chaqueta...
3.11.2013
1.06.2009
COMPLEMENTO NECESARIO, según Andujar. Nueva intercepción.
Mientras que con esa tecnicidad, si puede llamarse así, el público observa tantas y tan lucidas urgencias del realizador, la señora apila el último folio con la parsimonia plúmbica de las palabras que pesan
como viudas enlutadas caminando cogidas del brazo por un campo yermo, batidas por el aire seco del mediodía, tragando polvo. Hormigas solitarias en la empresa inconsciente de la búsqueda, atravesando baldosas y después carreteras de asfalto ardiente o blando, con un aura de dignidad espectral a la vez que suicida, con el ansia caníbal de aquellas que creen en la inmolación como único ejercicio capaz de trascendencia, o arrastrando la proyección de sí mismas hacia el futuro intangible de las semillas. De cara al vendaval de las piedras y de las lanzas, con sus faldas negras, y con los pies hundidos.
Mujeres semilla y palabras hormiga derivando hacia el centro de una esfera por corrientes imantadas de luz inversa, de muerte de luz y de luz muerte, con esa necesidad de muerte, con el horror del lienzo interminable, del espacio, de la germinación imposible en la boca de la reina negra, a veces transparente.
1.04.2009
ESCENAS DE VIDEOCLUB. Según consta en el último informe interceptado en Huesca. Neuquén, Argentina. Zori.
12.30.2008
OPINIONES DE ALFONSO ANDUJAR SOUSA. Direcctor del Centro, al respecto de la escritura críptica de Nemesia María Morató. FRAGA (Huesca) Dic 2008
Surge, o por lo menos así se cree, como si de pronto algo imprevisto tumbara con desdén una pared fronteriza de ladrillos o alambradas, con una fuerza sutil aunque irreductible, capaz de inocularse de forma subtersticia y permanecer en cada gesto y en cada opinión sin intención alguna de abandono, o en todo caso, así debe ser manifestado, con la de pasar a otro u a otros en una decantación o infección infinitas.
Puede tratarse de un destilado ponzoñoso -hay quién lo asegura- un susbtrato límico para las opiniones y las historias de otros poetas, podría decirse, y habrá hasta quien intervenga, o que postule o que realice una impertinente tesis al respecto de que el plagio en esta dama nunca es recurrente, o afirmando con insistencia feroz que ello en sí mismo no existe, y tal vez manifieste con vehemencia que hay una corriente cámbrica incontrolable que invade a aquellas que con determinados códigos se acercan a determinadas causas, una imprimación invisible que subyace al lado del pensamiento y que circula paralelo a él, aunque un escalón por debajo, matizando y coloreando el gesto y la transmisión, dando brillo allá donde no hay más que fuego o explosión o cenizas, tendiendo a generar un magma de opinión y sentimiento perpetuo en ese sin vivir al lado de lo formal y de lo desgraciadamente exacto.
12.26.2008
COMUNICADO. 25 DE DICIEMBRE, NAVIDAD. TRANSMITIDO DESDE FRAGA HUESCA
12.07.2008
Novedades en referencia a Anciana retenida en Centro Neurológico de la Defensa. Guantánamo 21. Fraga. Interceptación atribuída a. A. Figo. (ZOR I)
11.24.2008
Melitón Güi. POEME. Aportación de Sor Nicanora. Clínica Hospitalaria de Beneficencia. Reus.
Apreciada Señora Zoroastra:
Este es el "poeme" que me traspasó Melitón Güi cuando yo misma le estuve cuidando de aquellas afecciones pasajeras que le comenté. Ahora que hace tanto tiempo aún le recuerdo, mucho más, si cabe, sabiendose lo que se sabe de él y de la manía que tenía el pobre de embetunarse el cuerpo sin saber por qué.
Yo creí que me lo dedicaba a mí misma, siendo como era yo entonces una monjita graciosa y divertida, aunque formal, y en realidad de quien hablaba era de su queridísima esposa Nemesia, como supe despues.
Ya me dirá. Un cordial saludo.
Sor Nicanora de todos los Santos
Te he escrito tanto la piel que duerme la memoria de tu nombre en mi cuaderno.
Fugaz sorbo que ahora quiebra mi lengua en las noches de ausencia y sombras.
(Precisa la sed. Exacta la voz. Sencilla la luz en tu silueta)
Bordado, tatuado, adherido, escrito queda.
Su verdad no es grito de hueso o carne y busca el silencio necesario.
Lejos de llamarte o presentirte, sueña la fe oírte siempre.
Sin pautas, con el tiempo que ya nada podrá arrebatarnos.
.
10.19.2008
OTRO INFORME INTERCEPTADO (y ya van dos) Este llegado ayer. Copiado en Fraga (Huesca) Zoroastra P.G. Zori.
Paisaje:
Dos columnas de humo crecen paralelas en el horizonte que se divisa desde su ventana.
No parece incomodarse. En este momento la vemos fija en esa imagen o quizás en alguna inconcreción en forma de gota o mota que haya en el cristal. Creemos lo contrario, o lo primero. Lo que atrae su mirada es, sin duda, ese espeso humo que surge de los melocotonales y que se eleva verticalmente en dos líneas perfectas al estar el viento en calma.
Esta quietud extemporánea (no se ha explicado) ha venido precedida por un basto temporal de frío y lluvia, y de viento a ráfagas, circunstancia que ha favorecido que relajásemos por unas horas nuestra intervención en el caso, no sin avanzar en la medida de lo posible con los datos aportados por la corporación.
La casa está ahora tranquila. No se oyen los animales. Nadie escucha la radio.
Noticia:
Durante la media hora que la señora duerme, dato fehaciente e imparcial del circuito cerrado, no sucede gran cosa, al margen de las humaredas, aunque a pesar de todo los agentes no quieren ausentarse, vigilando ahora a la señora, ahora la puerta, mientras juegan su eterna partida de ajedrez de cada tarde. Al despertar pide agua (sigue negándose a comer) y observa que aún entran mosquitos en su cuarto sin saber exactamente por dónde. Insiste en lo que ya se ha comentado de los acúfenos y de que se da cuenta de todo, acusándonos nuevamente de que esto es una tortura.
Lee algo. No quiere la sopa. No quiere ropa limpia.
Suceso:
Tras varios minutos de humareda más intensa, una de las columnas comienza a manifestar una extraña intermitencia hasta que parece ahogarse tornando su color de negro a gris y antes de desaparecer a blanco. La otra, la que hasta el momento es la más compacta y gruesa, empieza a flaquear hasta que de forma inesperada se convierte en un hilo sutil y titilante, como el de una vela frágil de cumpleaños infantil, poco antes de emitir dos pequeñas vaharadas y desaparecer. La anciana entonces emite también un profundo suspiro, seguido de una especie de gemido (que mi compañero cataloga de animal, en concreto "de rata histérica") para después volver a estirarse en la cama colocándose las manos en la nuca y los pies en el almohadón.
Es ahora cuando silba la melodía que a todos nos intranquiliza, esa hipnótica himnodia de la que ya se ha hablado y que es la que nos obliga a colocarnos los protectores y a cerrar las puertas, y a atar los perros que aúllan como cada tarde o como cada vez que la usuaria utiliza ese recurso.
Ahora ríe, con ese deje, cosa que también nos asusta.
10.17.2008
TELEGRAMA TELEFÓNICO INTERCEPTADO A FINALES DE SEPTIEMBRE. CORREOS Y TELÉGRAFOS. CEUTA. APORTACIÓN DE ZOROASTRA PERARNAU GIL. (ZORI) Ha llegado hoy.
Me miran. Algunos incluso se sientan a mirarme. Pasan mientras miran qué hago sentada, con sus ojos, aquí sentada, me miran. Me levanto con sus ojos que me miran y camino, y los que me miraban sentados se levantan también y con sus ojos vuelven a mirarme. Ojos de mirada inferior, o hundidos, ojos torrente u ojos esponja.
Familias enteras de madres y padres de ojos mórbidos, padres y madres con hijos de ojos tristes y aburridos, caminando sin girarse y mirándome.
Jóvenes bellos también me miran: adolescentes salvajes y bellos, hijos de mujeres y hombres de ojos bellos que caminan deprisa, y que apalean a ancianos y que besan a caballos para cabalgarlos después noches enteras, noches sin ojos, caballos negros.
Fieras de imagen exacta, hijos bellos del caleidoscopio estricto y bello de los cinco ojos y un solo espejo. Ojos no replicados, ojos de otro.
Ojos facetados de mosca impasible también en mi libro abierto, criatura insomne que me empuja manteniéndome en la vigilia de mis ojos para escribirte esto y para que creas en mí. En su abdomen palpitante de mosca crece la angustia y después lo harán sus hijos mosca, hijos sin ojos y padre muerte por la boca de de su propio padre mosca.
Murallas de ojos girando como ojos inalcanzables, desorbitados ojos ciclópeos creciendo en los rostros de los seres inocentes, ojos en manos y pies, ojos torácicos, visiones quiméricas de futuros inciertos, o no tanto, perspectiva vital condenada al fracaso, al fin de la partida de ojos ficha y de naipes ojos, jugadores ciegos de augurios circulares, vacilantes, jugadores de ojos de madres y de ojos de hijos, ojos brocal y ojos pozo, ojos espectadores desde dentro, hacia adentro, bucles infinitos sin retorno hacia los ojos que buscan y miran sin poder evitarlo.
10.10.2008
ÚLTIMO SITIO DONDE SE VIO A NEMESIA. 14 FEBRERO 2004 Lo digo ahora por aportar algo. Zori.
CIRCULO VITORIANO. Lugar de encuentro del gupo ufolófico "La cúpula Celeste". Año 1971. Aportación de Pacho Benavides.

Querida Zori:
Consternado me hallo al saber de ti y de Atahualpa.
¿Han sido tantas de veras vuestras penalidades?
No me extraña, es tan burro tu jefe, hija.
Me alegro que te encuentres bien de todos modos y que estés en la Argentina, bonito país, pero demasiado grande para mí.
Me gustaría visitar al Ata, pero le llamo y no constesta: con eso de que ahora tiene la incapacidad y sus asuntos los llevan el Lucio ese y el sobrino de Roser, pues no se me ocurre cómo, la verdad.
Pude verle en Vitoria la pasada primavera, pura casualidad, te lo juro, un viaje del inserso y tal y cual, y le comenté lo de La Montoya, una antigua amiga nuestra de la que no tenía ni idea, como te lo digo, supongo que tú tampoco.
Bueno. Te paso la foto que a él le prometí del local donde se reunían las tres gracias y dónde Nemesia dio tantas conferencias cartománticas.
Espero que todo se solucione lo mejor que se pueda, ya se ha complicado bastante la cosa desde que la Nemesia se fue aquel día sin decir ni pío.
Un beso, maja.
Pacho.
Centro de la tercera edad Montecarmelo.
Cuarta galería.
NEMESIA EN LARACHE Cementerio español . Abril 1986. Aportación de Mohamed Mohamed. Tienda de chilabas Mohamed. Larache.
El hombre reflejado no descansa: busca, inventa, juega. En el perfil de los acantilados intuye mataderos, barrios nuevos, cementerios. Cree ver calles que serpentean entre socavones y basura, pero también niños y ríos de polvo y verjas repintadas de azul cobalto.
A cada paso su silueta compacta oscila y se deforma, y esa difracción en la bruma salina no es más que otro guiño del sol y de las nubes, una irisación de sueño, un dicroísmo. En la mentira perfecta, cadenas de pasos y palabras le reclaman más propósitos (o augurios), largas paredes, autos, avenidas, que abatan el miedo y no se muestren vacilantes, y que aún así prosperen, y atraviesen con él la infección de esos barrancos de la manera inversa a cómo se dicta una carta en la última noche.
Entonces el hombre, impasible, graba algo en el mercurio del espejo sobre el vino agrio de los proscritos, el que se bebe a cielo abierto en panoramas circulares, cegadores y salvajes, puede que para dejar constancia de que la estética floreada de lo amoral no es otra cosa que la respuesta abrupta de la unicidad a una cornisa marina repleta de escombros. Meando contra el viento insiste en que de ese lugar surge una música impracticable después de todo, pausadamente (como unas gotas de orina podrían disolverse en ese mismo vino) y que no le importa, y que habrá que silbarla alguna vez aún sabiendo que no hay retorno posible desde el otro lado, ni otro sol que le alumbre que este, ni mayor mentira, ni bola extra.
Algo tarde descubre el trazo de un impostor en otra refracción que se crea en un agujero de cal inerte y densa. Puede soportar el engaño tras ver crecer algo de hierba entre las ruinas de fósforo de ese arenal estéril, o de admitir que ahí están los huesos calcinados que apuntalan las palabras plateadas y solemnes, y ostentosas, o tras despertar de una vez y aceptar la lógica de la deriva del tiempo.
Al final, la aureola de un perro rabioso parece gravitar entre los haces de luz de lupa y el aire que circula lento entre las piedras. Sin embargo es un crío el que aparece para abrir la verja, y lo hace como quien descorre una cortina de cristalitos y ofrece una oportunidad única o largamente esperada, o muestra lo excelente con la sencillez infantil o con la crueldedad del débil. En silencio le acompaña de la mano hasta una tumba blanca mientras el hombre sigue haciendo fotos y se sacude varias veces el polvo que le cubre las botas.
10.07.2008
NUEVO PARTE MÉDICO. (copia) Zoroastra Perarnau. Zori. (Desde un lugar de la Patagonia)
3.15.2008
CARTA DE NEMESIA MORATÓ A ROSER SOUSA. OCTUBRE DE 1977. APORTACIÓN DE María del Rosario Sousa.
Bueno, miraré de explicártelo de la manera que mejor sepa.
Ya te he hablado de lo mucho que me costó acostumbrarme a mi nueva condición de viuda, aunque fuera por tercera vez (esperé que fuera la última), y no por el hecho en sí, sino porque a este sí que le quería, aunque a mi manera, claro.
Pero en esos días hubo algo que descubrí que consiguió conmoverme de veras.
En las noches que siguieron a la muerte de Melitón no conseguí pegar ojo, de eso seguro que sí que te acuerdas porque pasé más de una contigo charlando hasta las tantas, pero no es de esto de lo que quería hablarte.
Mi salud se fue deteriorando quizás por ello, ya lo sabes también porque fuiste testigo principal de aquellos días míos.
La verdad es que la cosa se me fue complicando, lo reconozco, hasta que los del grupo me propusisteis, sobre todo Eudivigis, que ingresara en el sanatorio privado del que él mismo era socio, o fundador, o algo parecido.
Fue allí donde descubrí lo que te quería contar y sobre lo que indirectamente me has preguntado. No te he hablado nunca de ello y creo que ya va siendo hora.
Resulta que hasta entonces había sido una ignorante al respecto de lo fundamental de mí misma (cosa que valoro ahora), aun habiendo sido espectadora de esa doble contradicción noche tras noche y hasta llegar al momento impreciso en el que caí en la cuenta.
La realidad la descubrí en un sueño del que ahora mismo te voy a narrar algo. Como a mi padre y como al tuyo la revelación me sobrevino del mundo de los sueños. ¡Qué te parece!
(Qué no hubiera dado entonces por disponer de alguna de aquellas máquinas de los años treinta en las que experimentaron ellos.)
Lo primero que pude descubrir, y agárrate, después de una cena aburrida en la que las monjas no sabían qué responder a mis más que inquisitoriales preguntas (lo asumo también ahora, no me importa hacerlo), es que mis sueños eran mudos, o sordos, como lo oyes.
Podría decir que en mis sueños había un silencio gélido, pero no, no lo diré.
Si eran algo, mis sueños eran grises, pero no en lo pigmentario (qué palabra) lo eran puramente en lo ideogramático (vaya otra, que diría Julio), en lo subreal o surreal (que diría también él mismo).
La primera imagen que me impactó y de la que todavía me acuerdo, muy a menudo, todo hay que decirlo, fue la de un pequeño lagarto intentando devorar a un enorme insecto. Aquella visión fue como un relámpago en mitad de la noche, como un trueno vibrante surgiendo de la profundidad de un averno. Chica: qué quieres que diga, en otro momento me hubiese despertado sin remisión, y por el susto, más que nada, me hubiese levantado como un muelle de la cama.
Quizás fueran las pastillas, qué sé yo.
Lo cierto es que seguí soñando con aquellos dos pobres seres indefensos en la mitad de un túnel cerrándose a negro. El lagarto muriendo atragantado por su presa y el insecto retorciéndose moribundo en la boca de su depredador. ¿Qué fue aquello, un combate?
En ese sueño te veía a ti, Roser, con las mandíbulas también desencajadas, gritar sin proferir sonido alguno, viniendo hacia mí: suponiendo que yo fuese el espectador, claro, intentando explicarme con sonidos ciegos (la verdad es que no sé como conseguí adivinarlo), que en tu opinión aquello (lo de los bichos) era un acto de amor. Un acto de amor, me decías sin decir nada, un acto de amor, Nemesia, un acto de amor, y así durante un buen rato.
La segunda imagen que recuerdo de ese mismo sueño, quizás la más aterrante, es la de nuestra aparición vestidas con lazos y de domingo puntilloso y acharolado corriendo por un paisaje de edificios gigantescos de cristal y acero. Reconociendo calles vacías y avanzando. Calles absurdamente limpias, perfectas, inclementes.
Convinimos ambas, a pesar de ir a la deriva, como apuntaba yo, que allí había un runrún de muerte, un eco opaco o de implosión bárica, de cataclismo nuclear o de broma macabra. Pero seguimos hacia adelante. Yo asustada. Tú convencida de que al final del último cruce aparecerían todos nuestros muertos ( sin definir número) y haríamos una fiesta. Una gran fiesta, como las de antes, decías, o eso creía que decías.
Entonces grité yo, desencajada (también) con ese miedo atroz que me ha perseguido desde siempre, con el pálpito viscoso de aquellos que saben lo que les espera, sin solución ni desenlace argumental ni lógico, sin fin ni cuenta. Ya sabes lo que pasó entonces, otro grito mudo, claro, el mío, pero en esta ocasión fuiste tú quien no comprendió nada. Pobre Roser, no comprendiste nada.
Así y todo, pude oírme a mí misma (qué no hubiese dado por que tú me oyeras) pero seguiste corriendo pues te estaban llamando y al parecer tú les oías.
Eso fue todo. En ese sueño no hubo amaneceres, como los había habido antes o pudo haberlos después. Todo se desarrolló con la lógica propia del mundo de los sueños, no hace falta decir más. Qué te voy a contar a ti, que andas todo el día en el asunto.
Después dormí días enteros, me dijisteis. Luego soñé mucho, y al despertar incluso me hice psicoanalizar por una doctora de Badalona, pero eso es otra historia y no sé si te interesa.
Ya casi ni me acuerdo. Ha paso mucho tiempo. Pero ya que me has preguntado, he preferido que lo supieras en primera persona.
¿Te interesaría hablar cualquier tarde de estas de lo que te dije sobre que a Melitón le asesinaron?
Ya me dices...
3.10.2008
Correspondencia entre Nemesia Morató y Molly Malone. 1972.(1)
Ha llovido ya bastante desde aquel mes que pasamos juntas y no hay resignación posible que me obligue a someterlo al olvido.
Distante y pasajera, mi mente te imagina meciéndote de nuevo en la alcoba y en el sonido del balancín de mimbre que me llevaba al portal del sueño, sin quererlo apenas.
Mi caballo de enea, me decías, y con la dulzura de una matrona irlandesa acariciabas el embozo de las sábanas con tu mano blanca y con tus dedos lisos y con tu voz de ángel y con tu susurrar de ninfa. Tiritabas después aquí a mi lado y repetías: - Tú, Nemesia, sí eres el ángel, y yo tu aurora-. Como dos luciérnagas muriendo jugábamos después en un torbellino de abrazos -de confidencias y de llantos- yo sin esperar nada y sin desear nada.
Recuerdo tanto de esos días que parece que fue ayer y ya han pasado dos semanas.
Lamento no poder estar ahí a tu lado o no ser la amiga que hubieses querido o necesitado ahora. Molly, te debo mucho, pero no me pidas monedas que no puedo darte, pues también me debo a una misión que me supera y no consigo proyectarme más allá de mí misma.
Nosotras jamás veremos juntas el sol que tanto amas cogiendonos de la mano, y eso me duele, pero tienes ejércitos a tu lado que ni tú misma imaginas, eso ni lo dudes.
Sabes que las sillas no aman, Molly. Las sillas no se mueven solas, Molly. No puedo ser como tú quisieras, lo siento.
Tu carta es el Colgado, no lo olvides.
Amo a mi marido Melitón, aunque sea negro.
Nemesia.
3.09.2008
Extracto. ANDUJAR SOUSA SE SINCERA. 4ª carpeta Apartamento. Aportación Abrairamovich.
Durante los domingos de aquel año oscuro viajé en metro con mi hermano mayor hasta un hospital. Algunas veces alguien nos acompañaba. Un día, puede que a causa del aburrimiento que sienten los niños en estos casos, inventé un juego. A lo largo del trayecto observaba en silencio a la gente que iba en nuestro vagón. Ya de regreso a casa anotaba cosas en mi libreta: combinaciones de colores de ropa, dibujos de formas de botones, marcas de tabaco. Recuerdo que me interesaban mucho los abrigos.
Por ese tiempo comencé a faltar a la escuela. Caminaba casi una hora hasta la estación más cercana. Los vagones a esa hora estaban limpios y resultaban tranquilos.
Me atraía colocarme delante de algunos hombres y mirar.
Sus manos, sus relojes, sus zapatos. Pañuelos, uñas, bolígrafos. En ocasiones alguien se daba cuenta y me devolvía la mirada extrañado o sonriendo. Muchas otras, en cambio, ni lo percibían.
Reconocí obreros, sobones, lectores de periódico. Vi ancianos lentos. Puertas cerrándose. Prisas. Frenazos. Gente dispersa. Presencié disputas entre novios, besos eternos. Madres con sus hijos. Este era mi paisaje
Pero como cuando se intuye una tormenta, todo estaba por llegar.
Esta vez no lo escogí al azar. En el vagón, de espaldas, un tipo. Me acerqué. Estábamos solos.
Me coloqué delante de él y comencé por sus zapatos.
Me detuve en los detalles que más me interesaban: la bolsa negra, los botones dorados, la pequeña mancha de tinta en un bolsillo. Al llegar a su cara vi que me miraba sorprendido.
De pronto supe que había algo en mí que ya era suyo.
Dijo algo en voz muy baja, casi murmurando, pero lo oí con toda claridad. No lo he olvidado.
-Sabía que pasaría, igual que él lo supo- dijo.
Justo en ese momento, el tren se detuvo lentamente en la mitad del túnel y ambos apartamos la mirada en direcciones opuestas. Un parpadeo en las luces hizo que me corriera un aire frío por la espalda y me entraron ganas de mear, las ganas de mear de un niño metido en un gran lío, un niño inconsciente que acaba de cortarle la cabeza a un pájaro. El miedo calándose en los huesos, lento pero irremediable, en un instante compacto, único para dos personas frente a frente.
El metro se puso en movimiento, pero nosotros no volvimos a cruzar la mirada. El tipo bajó de inmediato en la siguiente estación y se sentó en el andén apoyando la cabeza entre las manos.
Nunca más volví a jugar a aquello.
En las siguientes noches, en sueños, personas sin cara perseguían al hombre de la bolsa. Murallas de gente le barraban el paso. Me llamaba y me pedía a gritos mudos algo relacionado con él y conmigo. El sudor acababa por despertarme y me encontraba sentado en la cama, desbocado, moviendo los brazos como si trabajara en la cadena de un taller de sombras. Algunas veces era sangre lo que el hombre llevaba en la bolsa y era incapaz de evitar que se le derramara. Otras, me pedía que le ayudara a contar flores de luz intensa y se extrañaba de que no lo hiciera. Caminaba en círculos diciéndose dónde, dónde, dónde…Yo le retiraba la mirada. A menudo, se aguantaba la cabeza con unos brazos largos y delgados que acababan por quebrarse. En sus manos, anillos como serpientes de oro giraban convirtiéndose en llaves de hierro y de plata que caían a sus pies.
Sencillamente, un día ese sueño se evaporó.
Alguna que otra vez soñaba con otros hombres solitarios, con abrigos de escamas y con mujeres muertas, con fríos besos. Todo sucedía invariablemente en el metro.
Crecí. Encontré un trabajo. Me casé.
Hace unos meses soñé conmigo mismo en un tren desierto parado en medio de un túnel. Ha sido la primera y la última vez.
Puedo decir que lo que buscaba lo he encontrado sin poder evitarlo. No hace falta que mire en el espejo para ver a ese hombre asustado. Lo llevo conmigo.
Voy en metro al trabajo cada mañana.
Suelo ver a un niño solo que va pasando de vagón en vagón y que se para delante de la gente sin ningún pudor. Va muy deprisa. Hemos cruzado la mirada en ocasiones y hay algo en él que es inequívoco, es más, creo reconocerlo. Esa es mi ínfima ventaja.
Lo he relacionado, cómo no, con mi antiguo juego.
Aún no se me ha colocado delante directamente, pero sé que lo acabará haciendo.
Sigo yendo en metro, cada mañana, y no sé si estoy preparado.
EL EQUIPO DE RIDEEL &CO. PRECISA DE SU COLABORACIÓN
Sus posibles herederos sabrán agradecérselo.
Se ha establecido una recompensa de la que se dará mayor información en su momento.
A todo aquel que sepa dar algún dato sobre Nemesia o esclarecer las relaciones que gota a gota van desgranándose a través de este medio, la familia Van-Gaal Morató ofrecerá su merecida compensación.
(Muy importante: Necesitamos fotografías de la señora Morató de la que se pudiera disponer, ya que, incomprensiblemente, a día de hoy no contamos con ninguna. De manera un tanto ilógica, han desaparecido inclusive del registro del Documento nacional de identidad.)
Escrito atribuido a la señora N.Morató. Cajón de una mesilla, Chamarilero, Ponferrada, 19/08/04.
Me siento abotargada, y creo que no es por otra causa que por la costumbre que estoy adquiriendo de hacer balance de todos y cada uno de mis actos. A pesar de ello, valoro como positivo este antojo mío de juzgar cualquier cosa, aunque tenga que verme como me veo y sentirme de esta manera. Podrá parecer que todo viene derivado desde el cono de deyección de mi cascada natural de persona uniforme y objetiva, no carente de pesimismos profundos ni ausente de las más elementales virtudes teologales, cardinales, dones y frutos del espíritu.Disiento, no obstante, mientras que me reafirmo en lo mío, sin dejar de calificar esta manía persecutoria como fruto escuálido de una moralidad impuesta, a la vez que la veo desde lejos con la rigidez de aquella que ha sido educada dentro de camisas de franela y de batas escolares dos tallas menores. Es por esto, y por algunas otras cuestiones, que he decidido calificar mi aproximación al sintagma gramatical “Resentimiento” como el delta lógico de una vida fútil e inservible, afluente, a la vez, de vidas principales y rierilla de un acueducto-gravamen de progenitores impositivos y totalitarios, mientras que de puentes desorientados y ausentes. De nada sirvieron las revisiones periódicas de mis expedientes realizadas con inquina zorruna por las hermanas (mitad a madres mitad monjas) de la fluida congregación de Santa Brunilda. De nada sirvieron, digo, pero me reafirmo en la naturalidad que, años después, he podido valorar en sus plegarias. Si bien papá y mamá me ignoraron todo lo que pudieron, mientras viajaban por los países más recónditos a la búsqueda de objetos arqueológicos relacionados con el germen de vida extraterrestre en nuestro planeta (cosa que no viene a cuento en este resumen), ellos mismos hicieron que otros estamentos instructivos, y por qué no decirlo: docentes, se cebaran con mi persona (y experimentaran con ella) haciendo uso del catálogo de las técnicas pedagógicas misioneras más avanzadas, mientras que desempolvaban algunas otras tardo-medievales. He de reconocer, por otra parte, haciendo de nuevo alarde de mi obcecación y manía de ser la jueza de mi vida, que si bien la voluntad de las misioneras y voluntarias fue siempre la de orientarme hacia la sumisión y el recato, mi tozudez opuso a sus prácticas una férrea resistencia a la vez que una inoperancia y un sufrimiento sin medida. Esa negación a dejarme llevar sin sentido, “Impermeable Mula” me llamó Sor Társila, facultó que me dieran por imposible a la vez que me ofrecieran como alternativa una serie de ocupaciones relacionadas con la limpieza de las letrinas, las jaulas de las pulardas y el laboratorio de química. Fue ahí donde purgué mis pecados de alumna indisciplinada y obtusa, según ellas, a la vez que yo misma ejercía de profesora mía, mientras que de compañera, colega y amiga invisible. La cuestión es que el paso del tiempo, y el uso abusivo de determinadas substancias, me ha hecho olvidar el monto de aquellos infaustos años de aprendizaje y clausura, mientras que, incomprensiblemente, ha acrecentado esta indiscriminada inclinación mía hacia el Resentimiento. Lo porcentual de lo uno nos lleva a lo otro y viceversa, mientras que es directamente proporcional, el incremento del sentimiento puro este, al declive memorístico que de lo concreto y vivido recuerdo.Lo que no he dejado ni por un momento de chirriar como el eje vertebrador de mi estúpida infancia, ha sido la vara de mimbre con la que Sor Társila intentaba en todo momento hacerme comprender, también según ella, la verdad que había en sus palabras y en lo mucho que mi mente oxidada desconocía del mundo exterior. La tarde en que desapareció dentro de la tina de ácido sulfúrico fue la más feliz de mi vida, al margen, claro está, de la que vi aterrizar a papá y a mamá en un platillo volante con aspecto de taxi para rescatarme y partir todos juntos hacia el asteroide imaginario QWERTY, aunque después me abandonaran allí a merced de otras alienígenas también con túnicas y proclives sin mesura a innumerables ritos y ceremoniales relacionados con rezos y guisos de remolachas hervidas.Volviendo a lo incongruente de mi vida vivida, no podré olvidar mi tránsito por hospicios, lupanares, estaciones orbitales ni cotolengos. Resultaría ahora conveniente hacer uso de una capacidad de valoración superior de la que dispongo, como para poder transmitir al lector cuales fueron y de qué manera obraron en mi persona aquellos periplos sin límite por biohábitats tan dispares. Si pudiera endilgarles mejor mi condición narrativa, explicaría de qué manera y cómo huí, caí presa, realicé conferencias, fui asistente teatral e incluso hice un curso de cocina japonesa. No quisiera evaluar este compendio de excentricidades lúdicas como el lógico flujo magmático y purulento en el que ha desembocado mi existencia. No.No muero aquí, aunque muchos lo quisieran; mi vida debe avanzar progresando hacia adelante, mientras que observo el modo en que yo misma me retracto de mis críticas a la vez que me reafirmo en mis valoraciones. Salgo a comprarme unas medias.