Desnuda en tardes
negras avenidas
Alquitrán, verdad para sus
pasos
Mojada muda Renacida
Como víscera latiendo entre
las piedras
Como manos ciegas Lenguas
sumergidas
Demandan presencia Voz oxígeno
Frente a olas grandes
desencuentros
Ante el mar en cartas
jóvenes perdidas
Raíz de gran árbol
rebrotado,
del barro de torrentes
de agua Libre
donde hubo Dioses enterrados
donde hay fuentes,
Resiste a un paisaje de
caballos
Savia extraña que nutre
el laberinto
Que le imprime en la cara
las raíces:
Luz inversa que la surca
y la somete
A hierro rojo
Imprecisa huella ausente
Es el Eco de ese amor deshabitado:
Resuena entre montañas
altas escarpadas
(Crines ardiendo,
muros, arcoíris)
Por eso sube a veces a escucharlo.
Camina los barrancos esas
tardes
Y ciega nada busca y todo
alcanza
El Eco resonando en las
paredes
Y su ser a ese Latido,
Arrodillada.
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